jueves, 31 de mayo de 2018

Un sendero en las selvas del sur de Camerún, cerca de Logbikoy. / I. M.



Senderismo: 10 grandes rutas para un viaje interior
El autor del blog, haciendo amigos en el desierto de Atacama (Chile). / I. M.“Nuestra naturaleza reside en el movimiento; la calma completa es la muerte". Ese pensamiento de Pascal, recogido por Bruce Chatwin en su libreta de apuntes incluida en Los trazos de la canción, resume el impulso que nos hace recorrer a pie 25 o 30 kilómetros diarios durante días, semanas o incluso meses. ¿Por qué? Hay pocas cosas comparables al gozo de la naturaleza en completa soledad, al viaje interior en comunión con uno mismo, las ampollas en los pies y los pajaritos.


Los Cuernos del Paine desde el el hotel Explora Salto Chico, en la Patagonia Chilena. / I. M.
01 Torres del Paine (Chile)
Una dramática orografía de picachos y torres de granito negro modela el parque nacional Torres del Paine, en la Patagonia chilena. Declarado en 1978 reserva de la biosfera, ocupa una superficie de 242.000 hectáreas en torno a la cordillera del Paine, y es el hábitat de especies como guanacos, ñandúes, zorros, cóndores, armadillos y pumas. En el interior del parque existen cientos de kilómetros de senderos marcados. El circuito de mayor longitud es el que rodea completamente el macizo montañoso siguiendo el curso del río Paine, para continuar luego junto al río Grey hasta las oficinas de la administración del parque entre bosques de ñires, turberas, lagos, cascadas y ventisqueros. El sendero discurre primero a media montaña, para ascender luego hasta los 1.350 metros. La ruta, de dificultad media-alta, se puede completar entre siete y diez días de caminata. Las posibilidades de acampada van desde refugios como el del lago Dickinson, que dispone de duchas de agua caliente, electricidad y la posibilidad de comer caliente, hasta una simple pradera donde plantar la tienda.


02 Huella Andina (Argentina)
El primer sendero de Gran Recorrido de Argentina es una ruta señalizada de más de 500 kilómetros entre Neuquén y Chubut que atraviesa cinco parques nacionales. En total, 24 etapas, de entre siete y 21 kilómetros, detalladas en una guía que se puede descargar en Internet.


03 Cordillera Blanca (Perú)
La pirámide perfecta del Alpamayo (6.120 metros) y la cumbre nevada del Huascarán (6.768 metros), en la Cordillera Blanca (Perú), se suman a otras 23 cimas de más de 5.000 metros para dibujar algunos de los paisajes más espectaculares de los Andes. Huaraz, una población a más de 3.000 metros de altura, es la base de los trekings y expediciones por la zona.

Santiago
Veneras y calabazas, dos simbolos del Camino de Santiango, en un pueblo leonés de la ruta jacobea. / I. M.
04 Camino de Santiago y Ruta de la Plata (España)
Siguiendo el rastro de estrellas de la Vía Láctea, peregrinos y viajeros procedentes de los confines de Europa han viajado durante siglos hasta el fin del mundo conocido, Finisterre, en la gallega Costa da Morte (España), en busca de la tumba del apóstol Santiago o, según algunos, la tumba del sol en el mar de los muertos. Cerca de 450 kilómetros -más de la mitad de su trazado en España por el Camino Francés, la ruta más frecuentada, discurren por Castilla y León (el tramo que yo he recorrido), donde la ruta jacobea enhebra algunas de sus etapas más sugerentes a su paso por las provincias de Burgos, Palencia y León. Espacios mágicos, como el monasterio de San Juan de Ortega, en Burgos, donde dos veces al año, coincidiendo con los equinoccios de primavera y otoño, un haz de luz penetra en el interior del templo para iluminar el capitel románico de la Anunciación; o como la Cruz de Ferro, en las montañas del norte de León, un lugar en el que, desde hace siglos, los peregrinos que se dirigen a Compostela depositan una piedra antes de adentrarse en los parajes del Bierzo. A su paso por la comunidad, el Camino ha dejado hitos del arte medieval y renacentista, como San Martín de Frómista (Palencia), las iglesias mudéjares de Sahagún (León), el hostal de San Marcos de León y los frescos románicos de la colegiata de San Isidoro, también en la capital leonesa.


Puente romano en la parroquia de Furelos, concejo de Melide (A Coruña, Galicia). / I. M.
La otra gran ruta de comunicación que atraviesa, de sur a norte, la Península, la Vía de la Plata, tiene su origen en la calzada romana que unía Emérita Augusta, la actual Mérida, con Asturica Augusta, Astorga. La Vía de la Plata penetra en Castilla por las sierras de Béjar, para adentrarse en la dehesa salmantina y por Salamanca y Zamora hacia la comarca de la Maragatería, en León, donde enlaza con el Camino de Santiago. La impronta romana se sucede a lo largo de la calzada, donde se conservan tramos empedrados del pavimento original y numerosas piedras miliares, columnas de cantería labrada donde figuran inscripciones que aluden al emperador y a la distancia del recorrido.


Vadeando un río en el Kings Canyon, uno de los Parques Nacionales que atraviesa el Sendero del Macizo del Pacífico (PCT). / Aurelie Compte / PCT

05 Sendero del Macizo del Pacífico (Pacific Crest Trail, Estados Unidos)
Ya os hablé sobre él en mi post anterior, a raíz de la publicación del libro Salvaje, de Cheryl Strayed, que hoy me sirve de percha. Una ruta que recorre Estados Unidos desde el desierto de Mojave, en la frontera con México, hasta Canadá, por las cadenas de montañas de la costa oeste de Estados Unidos.

Ruwenzor
Senecios y lobelias gigantes en la vertiente congoleña del Ruwenzori. / I. M.

06 Macizo Ruwenzori (Uganda y República Democrática del Congo)
Las montañas de la Luna, "el lugar donde nace la lluvia", se eleva por encima de los 5.000 metros en la región africana de los Grandes Lagos, en la frontera entre Uganda y la República Democrática del Congo. Tras sus brumas perpetuas se oculta un mundo extraño y fascinante, alejado de los flujos turísticos: flores (lobelias y senecios) que alcanzan el porte de árboles, glaciares cubiertos de cenizas volcánicas y fantasmagóricos bosques lluviosos cubiertos de una esponja de musgo de más de un metro de espesor. La dura ascensión lleva un mínimo de cinco días y se puede realizar tanto por Uganda como por la República Democrática del Congo, aunque los problemas políticos en la zona han complicado mucho el viaje. La cordillera tiene su prolongación hacia el suroeste del lago Eduardo, en la cadena de volcanes del parque nacional de los Virunga, el hábitat de los últimos gorilas de montaña.



07 Camino Inca (Perú)
Además de los trenes turísticos que parten desde Cuzco, existe una forma diferente (y más sugerente) de llegar a Machu Picchu: a pie por el Camino Inca, un tramo de 40 kilómetros de la antigua red de calzadas que unía Cuzco con los confines del imperio inca. La ruta, para la que se requiere estar en buena forma, depara momentos emocionantes, como la vista de las ruinas de la ciudadela desde las alturas de Intipunku, la Puerta del Sol, después de tres días de dura caminata entre bosques de pluvisilva, riscos nevados y ruinas cubiertas de niebla y orquídeas.
El recorrido clásico se inicia en el kilómetro 88 de la línea férrea (existe una ruta más corta desde el 104) que parte de la estación de San Pedro de Cuzco hacia Machu Picchu, en un lugar conocido como Q'oriwayrachina (2.200 metros), a orillas del río Urubamba. Para acceder al camino hay que cruzar el puente colgante sobre el río Urubamba, registrarse en el puesto de control y pagar la cuota de acceso al Camino Inca y a las ruinas de Machu Picchu. El trayecto se puede completar en tres o cuatro días (aunque es una distancia relativamente corta, se trata de una caminata dura por desfiladeros y selvas de montañas, por puertos que superan los 4.200 metros).


Rebaño de ovejas merinas en una de las cañadas reales que recorren España. / Caminos Libres
08 Caminos de Trashumancia (España)
La decadencia de la ganadería trashumante hace cada vez más raro el sonido de las esquilas de las ovejas en los 125.000 kilómetros de vías pecuarias -cañadas, galianas, cordones, cuerdas, cabañiles, cordeles, veredas y coladas, como se denominan dependiendo de su anchura- por las que los pastores y sus animales se desplazaban en primavera hacia los pastos de verano o agostaderos, en las sierras norteñas, para regresar en otoño hacia el sur. Hoy, los grandes rebaños de merinos han sido reemplazados por senderistas, viajeros y amantes de la naturaleza que recorren estos caminos de la trashumancia, corredores naturales entre el norte y el sur de la Península en un paisaje punteado de majadas, chozos, pilones y abrevaderos, fincas de esquileo... que dan forma a un importante patrimonio cultural y etnográfico.


Circo de Soaso, en el Parque Nacional de Ordesa, en los Pirineos de Huesca. / I. M.

09 Sendero GR-7 (España) / Europeo E4
En España hay más de 20.000 kilómetros de senderos de Gran Recorrido (GR), itinerarios de más de 50 kilómetros, señalizados con trazos de pintura blanca y roja. Se puede encontrar información sobre ellos en la página de la Federación Española de Deportes de Montaña y Escalada. Alguno supera los 6.000 kilómetros, como el GR-7 (Europeo E4), que arranca en el templo griego de Delfos, en el Peloponeso, y tras atravesar Bulgaria, Serbia, Croacia, Eslovenia, Italia, Francia, y Andorra, se desliza por la costa mediterránea hasta Tarifa (Cádiz). Esta red de sendas intercontinentales está en The European Ramblers’ Association (ERA), que agrupa a diversas federaciones nacionales y regionales de montaña por toda Europa.

El Muro de Adriano en Steel Rigg, Northumberland, Inglaterra. / Britainexpress
10 National Trails (Reino Unido)
Una red que agrupa más de 4.000 kilómetros de senderos señalizados de largo recorrido en Inglaterra y Gales (Reino Unido). Rutas como la que atraviesa los páramos de Dartmoor. Un mapa interactivo permite seleccionar los itinerarios en función del tipo de paisaje y de la actividad --senderismo, caballos o bicicletas-- que se va a realizar. El muro de Adriano, una línea de defensa construida por las legiones romanas, atraviesa de costa a costa el norte de Inglaterra. La histórica vía discurre a lo largo de 140 kilómetros por algunos de los paisajes más sugerentes del Reino Unido, y se puede completar a pie en una semana o en 40 etapas cortas bien comunicadas por autobús con las poblaciones de la zona. A lo largo del recorrido existen bed and breakfast, pubs, cottages y granjas rurales que resuelven el hospedaje.

miércoles, 30 de mayo de 2018

¡Hasta pronto!

María Dolores Pradera, la fantasía española

Desde la ya lejana década del 40, María Dolores Pradera se dedicó a consolidar su nombre que, a pesar de los esfuerzos, fue reemplazado por el de La Gran Señora de la Canción.
María Dolores Pradera comenzó oficialmente su carrera en la música y en las artes escénicas en la década del 40. Getty Images
María Dolores Pradera fue otro de los lazos artísticos entre España y América Latina. Con ella, las conexiones se hicieron más sólidas y el intercambio fluyó tanto como lo hizo su carrera impregnada de momentos cumbres y éxitos. Lo que diferencia a Pradera de otros puertos conectores es que el lazo gestado por la diva lo construyó un tiempo antes de pensar que se dedicaría a pisar las plazas más importantes de América y Europa. 
Su infancia transcurrió entre España, en dónde nació en 1924, y Chile, país que le proporcionó los elementos más relevantes del folclor latinoamericano, pero también le otorgó la facilidad para conocer de primera mano una realidad social que nutrió, de igual manera, fenómenos musicales, económicos, sociales y políticos. De ahí que María Dolores Pradera se movilizara con tanta convicción por las sonoridades principales de la canción española, así como por los aires tradicionales del folclor del Cono Sur.
Los aportes genéricos de la denominada canción iberoamericana lo que hicieron fue complementar el talento de la artista española. Desde niña había exhibido sus facilidades para contar historias a través de su despliegue gestual. Tal vez esa fue la primera condición para entender que su futuro se basaría en la interpretación de otras vidas utilizando su propio cuerpo.
Conocía a la perfección el camino para llegar a mostrar un rostro dramático, sabía de qué manera se podía expresar la felicidad con un gesto y tenía muy clara la manera en la que los seres humanos manifestaban la rabia. Esa radiografía gestual le fue útil para que las puertas del teatro se le abrieran con complicidad. María Dolores Pradera llegó al arte escénico para quedarse y lo que pasó más adelante fue que complementó la experiencia en las tablas con el cine y la canción.
Pradera contaba historias en la gran pantalla, pero también hacía lo propio en el ámbito teatral. A esa mezcla explosiva entre talento interpretativo y gestualidad faltaba sumarle la voz, una suerte de susurro cuando la intención era evocar nostalgia, o una catarata imponente cuando se trataba de recurrir a un tono firme, sin dudas ni quebrantos.
Desde la ya lejana década del 40, María Dolores Pradera se dedicó a consolidar su nombre que, a pesar de los esfuerzos, fue reemplazado por el de La Gran Señora de la Canción. Lo que le tocó hacer a la artista española después fue corroborar que la expresión le quedaba a la medida y que, tal vez, era poco para mostrar todo lo que ella había hecho por la música y la actuación.
Con su voz, a veces melodiosa y otras contundente, inmortalizó historias de su continente, aunque también se esmeró por mostrar a América Latina a través de su capacidad interpretativa. Obras de la chilena Violeta Parra, del cubano Miguel Matamoros, del uruguayo Alfredo Zitarrosa, del argentino Atahualpa Yupanqui, pero sobre todo creaciones del mexicano José Alfredo Jiménez y de la peruana Chabuca Granda, se pasearon por la garganta de esta española, acogida y valorada por Latinoamérica.
María Dolores Pradera murió este lunes 28 de mayo en Madrid, España, a los 93 años. Su legado, sonoro y expresivo, da cuenta de un talento que pasará a la historia y que ratificará, cada vez que se escuchen sus canciones o se vean sus películas, que lo de La Gran Señora de la Canción o lo de la Fantasía española jamás le quedó grande.

El Chocoramo saldrá de Colombia a conquistar otros mercados

Así lo anticipó uno de sus directivos al afirmar que la compañía tiene pensado llegar a otros países el próximo año. Mientras alista maletas, la empresa colombiana mostró su portafolio de nuevos productos y reveló el secreto para seguir innovando.
El Chocorramo saldrá de Colombia a conquistar otros mercados
Cortesía Ramo
Los alimentos de la familia Ramo han acompañado a los colombianos desde 1950, fecha en la cual un matrimonio boyacense decidió comenzar a fabricar ponqués basados en una receta familiar. Desde entonces, esta empresa ha venido escalando en el mercado nacional, pero, en poco tiempo, un nuevo capítulo en su historia comenzará a escribirse: la llegada a otros países.
Las intenciones de llegar a otros países van en serio, según le dijo a El Espectador Ricardo Obregón, presidente de la junta directiva de Ramo: “Razonablemente, los primeros pasos al salir de Colombia tendrían que estar en América Latina, de hecho, en nuestro plan estratégico ya lo contemplamos… es algo que estamos mirando. Seguramente al cabo de un año tendremos una noticia”.
Para Obregón, algo importante es que el modelo de negocio que tiene la compañía en Colombia es exitoso, pues esto les brinda una acreditación para aventurarse a ser una multilatina.
“Yo he estado en muchas empresas donde se han hecho estas incursiones. Lo que uno aprende después de esa experiencia es que se tiene que estar seguro de que el modelo de negocio en el país sea uno exitoso y así poder replicarlo sin tener que llevarse grandes sorpresas”, precisó Obregón.

Una empresa de casi 70 años que continúa innovando

Muestra de que para sobrevivir en el mercado es necesario innovar, es decir sacar cosas nuevas, Ramo ha presentado, en el transcurso de este año, productos como las Crispetas (lanzadas en enero), el Gancito de mora y arequipe (en febrero), el Chocoramo Forti (en abril) y el Gala de naranja (en mayo), entre otros.
Ese no quedarse quietos y estar lanzando nuevos productos al mercado, según lo dicho por Obregón, obedece a una dinámica de estar constantemente evaluando qué quiere el consumidor, cuáles son esas necesidades que pueden atender, en qué está cambiando su consumo. Por ejemplo, así nació el Chocoramo Forti, una respuesta a los hogares colombianos que buscan en los alimentos un componente saludable.
“Las compañías tienen que entender que es el consumidor el que las sostiene, eso es un poco la filosofía que hoy día tiene Ramo y, a partir de tantas preguntas que hacemos, van surgiendo necesidades y deseos del consumidor. No es de extrañarse que la gente hoy en día quiere tener productos más saludables, entonces, cuando enriquecemos los productos tradicionales con vitaminas o minerales eso es adecuarse a lo que son sus expectativas”, explicó Obregón.
Adicionalmente, Ramo anució su desición de actualizar el logo, brindando unos colores modernos, bordes redondeados y una letra más legible. Con esto, sumado a los anteriores adelantos, buscan enfatizar en que se están renovando. 
La compañía, que actualmente tiene una cobertura cercana a las 200.00 tiendas en todo el país, asegura tener las habilidades para medirse con otros gigantes del sector alimenticio como Frito-Lay y Bimbo, sus principales competidores.
Sus resultados financieros, que indican un crecimiento en sus ventas al consolidar más de $111.000 millones en el primer semestre de 2018, dejan ver que sus esfuerzos por continuar horneando productos que gustan a los colombianos siguen dando frutos.

jueves, 24 de mayo de 2018

Is Your Message Chasing People Away?

The word “passion” is often used to refer to the energy and excitement people have for the ideas and causes most important to them. Is there a particular cause, organization or fundraising effort that ignites your passion these days?
It is natural and healthy to want to recruit others to join your cause. But our passion can cause problems, particularly in the way we talk to others about it. Many enthusiastic and well-intentioned people become bad messengers.
The ongoing conversation about climate change is a great example, one with lessons that apply to the private sector as well as to nonprofits or political issues.
The climate change debate has been raging for some time; the conversation appears to have hit a standoff in public opinion. In a recent commentary for The Wall Street Journal, Stewart Easterby observed that, despite the volume of messages coming from news sources and popular media over many years, climate activists have not been able to convince the majority of Americans to be seriously concerned.
Gallup has found three segments when it comes to beliefs about climate change: The largest group, “concerned believers,” describes 48% of U.S. adults (it was 50% in 2017). The “mixed middle” is at 32% of U.S. adults in 2018 (versus 31% in 2017), and the “cool skeptics” segment was unchanged at 19%. Americans’ overall opinions have been relatively steady for several years, although the divisions by segment are increasingly defined along partisan lines.
If Americans are becoming entrenched in their opinions, what can those on either side of the debate do? And what are the lessons for any group seeking to bring more people into their fold?

Find the Rallying Cry

Sometimes the core message itself gets in the way. Easterby points out that “swapping between ‘climate change’ and ‘global warming’ confuses the public.” I agree; people need a clear sense of what they are working toward.
That simple rallying cry is typically framed toward the positive. Heifer International is about “ending hunger and poverty.” Ambassadors of Compassion is about “equipping youth for life.” Sometimes an effective message is focused on alleviating a negative, as with the Wounded Warrior Project (“the greatest casualty is being forgotten”). In either case, the audience should feel that they can personally affect an improved outcome.
If the rallying cry is too alarmist or seems cataclysmic, then over time most of the audience will get desensitized. For example, annual surveys of high school students about the warning messages on alcoholic beverage containers consistently found that the students paid attention to those messages and remembered them — but the effects leveled off after about three and a half years. Every domain is a bit different, of course, but if your message is full of alarms (as is the case with climate activists) then over time much of the audience will tune you out.

Engage Your In-group

It is well-established that if you want to gain traction for your cause or idea, you should begin with a strong core group. Some might call this group a “community,” while others would call it a “tribe.” Seth Godin notes that the process of building a tribe involves leading and connecting people and ideas. Then there is the need to lead some behavior(s) that will grow the cause (e.g., donating money, offering time and expertise or recruiting others) and produce results.
The positive force that brings people into the group can, unfortunately, easily lead to a negative counterforce. We know from social psychology that those who identify themselves into a group (for them, the “in-group”) can easily denigrate those on the outside of the group (the “out-group”).
When the messaging loses its focus on the positive outcomes to be achieved and instead descends into comments on an out-group, then the cause itself can get stuck. That’s likely contributing to the Gallup results.

Don’t Push the Out-group Farther Out

Americans broadly support the idea of care for the environment. A 2017 survey from the Pew Research Center found that 74% of U.S. adults agree “the country should do whatever it takes to protect the environment.” But clearly not everyone embraces a causal relationship between human activity and climate change, or particularly the policy prescriptions offered to minimize the severe effects forecasted by some.
The messaging mistake by many climate activists is that they have publicly called out their opponents as “deniers.” Perhaps they are frustrated and want immediate action. Perhaps they are convinced that the weight of evidence is on their side, even though thoughtful and well-intentioned people can raise legitimate questions about measurements of surface temperatures. But if climate activists want to build a critical mass of public support, then they should consider the long game of persuasion. The cycle of “No, I’m not!” and “Yes, you are!” won’t lead anywhere.
People want to be connected to ideas larger than themselves. The written and spoken word contains great opportunity to inspire tribes with those ideas — not through force, shame or dictate.
Whether your passion is for the environment, your community, education, economic opportunity or anything else, the clear and positive discipline of your messaging will to a large degree determine your probability of success. The “mixed middle” is on the fence, listening to what both sides have to say and evaluating the tribes. Will your side’s message tend to attract them or chase them away?

About the Author | Jim Karrh